Cuando tenemos una infección, un golpe, un virus, nuestro cuerpo se defiende con la inflamación. En este caso es una reacción aguda donde se liberan mediadores químicos y se activan células que nos defienden. Ejemplos de esta respuesta inflamatoria son la fiebre o el dolor. Obviamente, en esta “guerra” hay muertos y heridos. Es decir, quedan en nuestro cuerpo sustancias como radicales libres o factores químicos que suelen oxidar y dañar nuestros tejidos. Sin embargo, al pasar el evento que lo provocó, también nuestro cuerpo elimina estos químicos y nos recuperamos.
El inflammaging es un término del que se viene hablando hace algunos años, y significa envejecer por inflamación. Aquí no solo hablamos de la piel, hablamos de TODOS nuestros órganos. Todos ellos envejecen. Cuando la inflamación se repite constantemente y es persistente, muchas veces se hace casi imperceptible, y este tipo de inflamación es la más traicionera y ahora veremos porqué.
A este tipo de inflamación se le conoce como inflamación crónica de bajo grado y el cuerpo al no detectarla no activa los mecanismos de defensa y por ende los radicales libres y otros químicos no paran de atacar nuestro organismo. Nuestro cuerpo no los elimina y siguen actuando. Ese ataque “crónico” conlleva a muchas enfermedades como la obesidad, diabetes, demencia, enfermedad cardiovascular, enfermedades autoinmunes, artrosis, etc.
¿Qué provoca la inflamación crónica de bajo grado? Nuestro cuerpo está diseñado para comportarse de alguna manera y debido a la evolución lo estamos forzando a que actúe de otra, violentando su naturaleza y por ende provocando una respuesta inflamatoria crónica.
Existen algunos aspectos de nuestro estilo de vida actual que, sin saberlo, está provocándonos inflamación crónica de bajo grado que me gustaría mencionar a continuación, para tenerlos en cuenta y evitarlos: